miércoles, 21 de septiembre de 2016







Campañas electorales y política
Hoy a la mañana he tenido la suerte de poder acompañar a los candidatos de mi partido al mercado de Ordizia, que como seguro saben se celebra todos los miércoles. Digo suerte, porque no hay cosa más gratificante para un político que participar en actividades que permitan escuchar a nuestros vecinos sin intermediarios. Actividades en las que mires a los ojos de las personas a las que representas y para las que trabajas.
Cuánto escepticismo veo en esos ojos; y no es difícil de entender. Llevamos un año de continuas campañas electorales. Los ciudadanos, a pesar de su inmensa paciencia, no dejan de calificar esta situación como exasperante, y a los políticos nos identifican solo con la mediocridad y el oportunismo arribista.
Cuando veo que los líderes de los cuatro principales partidos responsables de esta situación vienen a Euskadi a discutir sobre sus cuitas madrileñas, se me revuelve el ánimo. Son representantes incapaces de solucionar una ecuación planteada por la ciudadanía. Esa es la cruda realidad.
Cuando hablamos con los ciudadanos, preocupados por la situación, nos trasladan una visión crítica hacia los políticos. Y ciertamente nuestra situación no  es nada fácil, no es cómoda. Hay un gran escepticismo de la ciudadanía hacia nosotros; los ciudadanos han perdido interés en los políticos, que no en la política.
Es una actitud que es normal; pero creo que no es buena, además de no ser justa para la cantidad de políticos que están intentando trabajar de una manera leal y honesta.
Todas estas reflexiones me han venido a la cabeza cuando paseaba por las calles y mercado de Ordizia. No puedo más que compartir las ideas expresadas por el Lehendakari, cuando la semana pasada en un mitin expuso tres claves en la relación políticos-ciudadanía: humildad, cercanía y trabajo.
Mirar a la gente con humildad, cercanía y con ganas de trabajar por ellos; si a algún político le falta alguno de estos tres elementos, creo que va a tener problemas para realizar su trabajo de manera adecuada.
El político tiene que sentir pasión  por el trabajo que hace, tiene que sentirse identificado con los problemas de aquellos vecinos a los que representa y tiene que tener ganas de trabajar por ellos; a fin de cuentas no es más que uno de ellos.
La empatía y la capacidad para establecer un vínculo sincero con las personas, es lo que distingue al político vocacional; estamos en campaña; ésta va llegando a su fin; espero y deseo que a partir del lunes todos los representantes que estemos en la “cosa pública” sigamos trabajando con humildad, cercanía; es decir con pasión por nuestros ciudadanos.





















































































































































































































































































































































































































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