viernes, 7 de octubre de 2016


 
¿Para qué querría el PP gobernar en minoría?
Sigue la guerra fría entre Génova y Ferraz. Ambos contendientes en el ámbito político del Estado siguen armándose de razones y, desde mi percepción, todos los indicios nos llevan a un nuevo enfrentamiento en el campo de batalla de las urnas.
Si bien Rajoy ha tendido una mano a su tradicional rival para evitar el “disparate” de unas nuevas elecciones, avanzando que no le podrá ninguna condición para posibilitar un acuerdo de investidura, en el PP hay voces autorizadas que elevan la exigencia hasta solicitar a los socialistas un acuerdo que dé estabilidad al nuevo Gobierno. Aparentemente, la opinión del presidente de los ‘genoveses’ tiene mayor peso que el de cualquiera de sus compañeros, pero la nueva correlación de fuerzas en el Congreso provoca situaciones que aconsejarían a los ‘populares’ buscar unas terceras elecciones.
Esta semana se ha llevado a cabo el primer pleno de la XII legislatura, y en tres de las votaciones más importantes el Partido Popular se ha quedado absolutamente solo. La paralización de la LOMCE, la rebaja del IVA en un ámbito específico de la sanidad, y la propuesta de EAJ-PNV para derogar la llamada pena de prisión permanente revisable contaron con la mayoría absoluta de la Cámara que se impuso a la negativa del partido más votado del Estado; el más votado sí, pero en minoría en el Congreso. ¿Alguien piensa que el Partido Popular va a querer formar un Gobierno en esas condiciones de inferioridad?
Como decía anteriormente, el PP quiere ahora un acuerdo de estabilidad. ¿Y qué entiende el Partido Popular por estabilidad? Asegurarse una mayoría que le permita imponer sus criterios al resto de fuerzas, que quedarían en minoría. ¿Acaso no es una manera de dar estabilidad tener una cultura para tratar de alcanzar acuerdos con los diferentes? A la vista de la manera de actuar que ha tenido hasta ahora, más aún en estos cuatro años en los que ha sembrado un absolutismo a golpe de rodillo que ha dado como fruto la desconfianza del resto de fuerzas políticas hacia ellos, su falta de credibilidad puede ser decisiva.
Podría apelar a un propósito de enmienda, aunque quienes conocemos el día a día del Senado, donde el PP continúa ostentando la mayoría absoluta, constatamos cada día que esa actitud no ha cambiado; solo ha cambiado su necesidad en el Congreso porque la aritmética (es decir, la ciudadanía con sus votos) le ha dado la espalda.
El PSOE apunta ahora hacia una abstención que desbloquearía la investidura y la formación de Gobierno, aunque manteniendo una presión sobre el partido mayoritario (para este viaje no hacían falta tantas alforjas), ha avanzado que podría alcanzarse un acuerdo una vez conformado el Ejecutivo; pero el PP ha perdido tres votaciones en el Congreso y ha probado la hiel de la minoría en la Cámara baja. Sabe que la desconfianza es mutua, pero también sabe que la situación de sus rivales de cara a unos comicios electorales es débil y que su posición es la más fuerte. ¿Para qué querría gobernar en minoría?

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