Ejercer
un buen liderazgo en un partido político u organización sindical demanda una
personalidad y carácter especial, fuerte y singular. Xabier Arzalluz es
un buen ejemplo, y el pasado mes de marzo lo volvió a demostrar. Se celebraba
el 40 aniversario de la primera Asamblea Nacional del Partido Nacionalista
Vasco tras la dictadura y en su alocución dejó para la reflexión la siguiente
frase: “Txiki Muñoz
concibe ELA como una organización político-sindical”, una aseveración que me
llamó la atención cuando la escuché, pero que conforme han ido pasado los
meses se demuestra más atinada.
Ha
sido precisamente el propio Secretario General de ELA quien ha
iniciado su nueva “breve” etapa al frente del sindicato afirmando “la
necesidad de hacer política desde la central sindical”. No
se le puede negar coherencia, porque su
trayectoria quedará marcada por la convocatoria de huelgas políticas y la organización de
movilizaciones políticas, siempre con un mismo objetivo: tratar de desgastar al
Partido Nacionalista Vasco, su auténtica obsesión. El ejemplo más llamativo fue
la manifestación que convocó y “presidió” en Lehendakaritza hace
un año, en plena campaña electoral al Parlamento Vasco, en
la que llegó a calificar al Partido Nacionalista Vasco como un
“partido antidemocrático.” Resulta inconcebible escuchar
esas palabras del Secretario General de ELA, pero más si
cabe, que Txiki Muñoz,
tan crítico y exigente con todo y con todos, una
vez conocidos los resultados electorales no
asumiera el estrepitoso fracaso de
su diagnóstico y estrategia. ELA organizó su combativa campaña política
contra EAJ-PNV y la ciudadanía decidió que fuera
EAJ-PNV el único partido que mejorara sus resultados. Muñoz,
tan habituado a la crítica, ha perdido una buena ocasión para hacer
autocrítica.
Mantengo
una buena relación personal con muchas personas afiliadas
a ELA que no comparten en absoluto la estrategia de un sindicato obsesionado
con la política de confrontación e incapaz de abrir una vía de diálogo constructivo
y positivo en el ámbito político e institucional. Txiki Muñoz
es refractario al diálogo, porque llegar a acuerdos supone asumir compromisos.
Durante su mandato ha demostrado una incapacidad absoluta para conducir al
sindicato por la senda del acercamiento, el entendimiento y el acuerdo. En
realidad, su obsesión por la política no deja de ser un refugio para un
sindicato que no se compromete en el ámbito que le corresponde y pretende dar
lecciones en aquél que no le corresponde. Así, es inconcebible que ELA se
niegue a tomar parte en el Consejo Económico y Social de Euskadi, que es el espacio creado
para generar un clima de comunicación entre las organizaciones empresariales, sindicales y la
Administración pública
a la hora de plantear y
contrastar la estrategia económica
del País a futuro. Es más inconcebible, si cabe, que ELA se
niegue también a participar en el
Consejo de Relaciones Laborales.
Muñoz habla de política, pero parece desconocer que la esencia de la política
es el diálogo. Es inaudito que
un responsable sindical proponga el diálogo para resolver conflictos
políticos y sea incapaz de aplicar la misma receta para resolver las diferencias en el ámbito de las
relaciones laborales. Es asombroso que se niegue a tomar parte en el diálogo social o en el encuentro entre las
confederaciones sindicales y
las organizaciones empresariales con el objetivo de proponer, tanto al Gobierno como al Parlamento
Vasco, estrategias y acciones en el ámbito de
la política económica o industrial. No es solo que no participe en la mesa social, sino que
además critica a quienes han decidido hacerlo y llega al absurdo de impartir
lecciones sobre cómo habría que organizar un diálogo en el que se niega a
participar. Inaudito.
Euskadi ha atravesado una dura y profunda crisis
económica durante prácticamente una década. Aunque es evidente que, poco a poco, la situación va mejorando, no cabe duda de que las dificultades e
incertidumbres se mantienen.
Empresas como Xey,
La Naval, el grupo CEL o Fagor Edesa están atravesando serias
dificultades estos últimos meses. En opinión de Muñoz esta situación se debe a la política económica e industrial radicalmente equivocada del Gobierno Vasco. Nunca
plantea una alternativa, nunca ofrece una solución, solo se espera de él la
visión más crítica y catastrofista. ELA cuenta con cauces para plantear sus
propuestas, pero se niega a utilizarlos; no participa en ninguna mesa, ni
Consejo. Algún día tendrá que explicar a las y los trabajadores de las empresas
en crisis esta evidente contradicción. No tiene sentido criticar todas y cada
una las medidas económicas del Gobierno y, al mismo tiempo, negarse a participar y aportar sus propuestas
para mejorar la situación. Cuando escucho a los Comités de las empresas en
crisis solicitar la ayuda del Gobierno Vasco, imagino siempre su decepción ante
unos dirigentes sindicales que se niegan sistemáticamente a mantener ningún
tipo de relación con ese mismo Ejecutivo.
No recuerdo ni una sola ocasión en la que ELA haya realizado el más mínimo
reconocimiento sobre la política económica, social o industrial que el conjunto
de las instituciones vascas vienen desarrollando durante las últimas décadas en Euskadi. Para Txiki nunca nada es suficiente. Ha sido incapaz de
reconocer el
posicionamiento y voto contrario de EAJ-PNV a la reforma laboral; eso sí,
cuando decidimos votar a favor del
“techo de gasto” no perdió ni un segundo para denostarlo. Ni una palabra sobre los acuerdos alcanzados para la liquidación del Cupo y la
actualización del Concierto. Ni una palabra sobre la bilateralidad, las inversiones y
beneficios obtenidos para Euskadi. Todo lo que se le ocurrió declarar a Txiki Muñoz fue que el acuerdo representaba “un ataque
al autogobierno vasco”, una auténtica falsedad, impropia de un dirigente del
sindicato ELA.
Echo de menos la trayectoria crítica constructiva de ELA,
su visión de País, su compromiso y, sobre todo, echo de menos una organización
abierta al diálogo y no encerrada en sí misma como ahora. El sindicato ha
tenido mayor influencia social, institucional y, también, política, cuando ha demostrado capacidad
de interlocución con el resto de agentes socio-económicos y con el conjunto de los partidos
políticos. La estrategia de Muñoz
es la confrontación con todos y contra todos, pero la pregunta que cabe
formularle es: ¿Con quién mantiene hoy una mínima relación de cercanía y compromiso? Y la subsiguiente pregunta: ¿Con
quién pretende llevar a cabo las reformas y cambios que propone? ¿Va a acabar
presentándose a las Elecciones o terminará de entender que para tomar
decisiones políticas hay
que hablar con los partidos políticos?
Es evidente que ELA debe jugar un papel propositivo y positivo en la sociedad vasca del siglo XXI, pero
debe ser consciente de que las propuestas se plantean, debaten y pactan. Debe ser consciente de que las
decisiones se adoptan participando en los órganos y espacios que abordan los
problemas en el ámbito económico, social y laboral. Estará de acuerdo o no con ellos, pero su responsabilidad es formar parte de las soluciones que se plantean desde unas instituciones que, recordemos, están constituidas por representantes de la sociedad vasca. Cuando se toman decisiones, a veces se
acierta y otras veces se yerra, pero hay que decidir y, en ese sentido, ELA se tiene que “mojar.” No se puede pretender construir un País
desde la confrontación, la cerrazón y el enfrentamiento permanente; en este siglo son necesarios el diálogo, la cooperación y la colaboración, “marca de la casa” durante décadas del
sindicato ELA.
No hay comentarios:
Publicar un comentario