domingo, 18 de febrero de 2018

La obsesión por el poder a toda costa
“Si una película es buena, lo es en inglés, kurdo o euskera”. Esta es la idea con que saludó Eneko Sagardoy el Goya que recibió por su extraordinaria interpretación del gigante de Altzo en la película ‘Handia’. Tuve la oportunidad de felicitar a todo el equipo del film por los diez premios Goya recibidos y, una semana después, sigo recordando con emoción aquella gran noche para un equipo joven, ilusionado y profesional al recibir un merecido reconocimiento que supone también un revulsivo para la producción cultural en euskera.
Frente a la actitud positiva, abierta y constructiva que todo el equipo de ‘Handia’ demostró al recibir los premios, esta semana hemos vuelto a escuchar el contrapunto negativo, cerrado y destructivo de Albert Rivera recurriendo al manido y falso dilema: “Yo lo tengo claro: si me tienen que operar o atender, lo importante no es si tienes un certificado lingüístico, sino si te van a salvar la vida." Evidente, señor Rivera; ahora bien, lo que usted oculta es que, en realidad, la atención sanitaria en la Euskadi bilingüe es de mayor calidad que en la España monolingüe. Eso sí, resulta también evidente que lo que su actitud pone de manifiesto, en realidad, es el desprecio a las lenguas minoritarias y, especialmente, al euskera.
En la Gala de los Goya se utilizó el euskera con naturalidad y total normalidad; en algunos momentos expresaba un sentimiento íntimo y personal, en otras ocasiones incluso podía tener un tono reivindicativo. Por mi parte, cada vez que veía un plano de Albert Rivera en el patio de butacas pensaba que probablemente no había escuchado tanto euskera seguido en toda su vida. No sé si la Gala del pasado sábado pudo ser la causa, pero lo cierto es que esta semana el Grupo de Ciudadanos presentó en el Congreso una Proposición de Ley que, bajo un título impecable, pretendía eliminar la obligatoriedad de conocer la lengua cooficial para acceder a las promociones de empleo público.
Además de ser una iniciativa de dudoso encaje constitucional, ya que choca frontalmente contra el contenido de los Estatutos de Autonomía, se trata de un nuevo fuego que la formación naranja trata de prender a la caza, una vez más, de un puñado de votos. Afortunadamente, Ciudadanos se quedó solo en esta ocasión, pero su actitud es preocupante porque no solo cuestiona la normativa vigente, sino que intenta medrar atentando contra los derechos lingüísticos. Estos derechos se han obtenido tras años de trabajo riguroso y paciente, se han fortalecido con el compromiso institucional y social, individual y colectivo. Nos preocupa comprobar que, cuando todavía nos encontramos en la fase de consolidación de estos derechos lingüísticos, una formación política impulse una involución con tanta demagogia e irresponsabilidad.
Hay que tener en cuenta que para que cualquier persona pueda ser libre a la hora de expresarse y elegir el idioma a utilizar, se tiene que dar una premisa que hoy todavía es inexistente, esto es, que el conocimiento del euskera sea universal. En tanto en cuanto esta situación no se alcance, el euskera seguirá necesitando de una discriminación positiva. La cuestión de las lenguas minoritarias fue debatida en la última asamblea parlamentaria del Consejo de Europa y soy testigo de que, en este foro, la representante de Ciudadanos no dijo “ni esta boca es mía”.
La referencia cinematográfica de ‘Handia’ y el nombre de la formación política de Rivera se han asociado en mi mente y me han recordado la que algunas personas consideran la mejor película de la historia: ‘Ciudadano Kane’. La cinta de Orson Welles narra la historia de un magnate de la prensa cuya carrera crece asentada en el idealismo y el servicio social, pero con el tiempo va evolucionando hacia una implacable búsqueda de poder empleando para ello incluso la manipulación de la opinión pública. El protagonista logra amasar una gran fortuna, pero su vida termina en solitario en la mansión en la que vivía acompañado únicamente por los empleados de la casa. No sé si el ‘ciudadano Rivera’ acabará tan solo como el protagonista de ‘Ciudadano Kane’, pero sí parece evidente y probado que su partido no duda en manipular, mentir y utilizar todas las herramientas a su servicio en su implacable búsqueda del poder a toda costa.
La triste realidad es que Euskadi le da doblemente igual a Ciudadanos. La formación de Rivera no piensa en cómo servir a los intereses de Euskadi, sino en poner Euskadi al servicio de sus propios intereses. Liberado de la servidumbre que supondría tener que agradar a unos votantes que no tiene en nuestra Comunidad, se lanza sin rubor a la demagogia; utiliza el debate de las lenguas cooficiales para ganar simpatías en el Estado; utiliza el cuestionamiento del Concierto Económico Vasco y el Convenio Navarro para avanzar terreno en el resto de Comunidades. Es curioso que Ciudadanos considere nuestros Derechos Históricos como un anacronismo y que, sin embargo, alabe el papel de un monarca coronado por ser el primer hijo varón del anterior rey.
El partido encabezado por Albert Rivera tergiversa con descaro cuando afirma que el impuesto de sociedades de Euskadi supone una competencia desleal con el resto de Comunidades Autónomas, ya que oculta que este ajuste compensa la desventaja en que nuestra Comunidad se encontraba hasta ahora. Ciudadanos manipula interesadamente cuando pretende vincular el nacionalismo vasco con las ideologías que desangraron el continente a mediados del siglo pasado y silencia que EAJ-PNV fue uno de los partidos comprometidos con los ideales de la fundación de la Europa unida y tomó parte en los primeros equipos de la Internacional democristiana.
A Ciudadanos le interesa la realidad de Euskadi únicamente en la medida en que pueda utilizarla en beneficio de su obsesiva carrera hacia el poder. Su condición de recién llegado a la política y el hecho de no acarrear responsabilidades de Gobierno, le otorga a la formación naranja la ventaja de no tener un pasado del que arrepentirse ni unos errores de los que lamentarse. Aunque también es verdad que poco a poco van asomando. Hasta ahora se presentaban como los adalides del acuerdo y los garantes de la estabilidad y la gobernabilidad. Recordamos que tan pronto se postularon para apoyar a Pedro Sánchez como lo hicieron después con Mariano Rajoy; para Rivera, tanto monta y monta tanto Sánchez como Rajoy. Ahora, con Moncloa a la vista, según los augures demoscópicos y los medios de comunicación afines, se encuentran ante el dilema de decidir sobre la estabilidad presupuestaria del Gobierno Español y conforme se acerca el momento crece la tensión en su interior.
Ciudadanos ha crecido en poco tiempo y quiere llegar a lo más alto lo antes posible. Cuentan con más discursos que argumentos, más imagen que realidad, con mucha teoría y ninguna práctica, con manipulaciones de corto recorrido que no crean una base estable sobre la que asentar un proyecto sólido y de futuro. También el Gigante de Altzo creció mucho en poco tiempo y fue precisamente eso lo que provocó su fragilidad; pero si él fue ‘Handia’, estoy convencido que el naranja Rivera acabará siendo ‘txikia’ y no alcanzará la única meta que le obsesiona: el poder a toda costa.
Mi artículo de opinión, hoy en Grupo Noticias

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